jueves, 22 de septiembre de 2016

Los Hermanos Cisnes


Lejos de nuestras tierras,
allá adonde van las golondrinas
cuando el invierno llega a nosotros,
una estrella en el pecho y sable al cinto ,
pizarrín de diamante sobre pizarras de oro,
aprendido de memoria
sentada en un escabel de reluciente cristal,
Era aún de madrugada
cuando pasaron por el lugar,
yacía dormida en el cuarto
varios círculos sobre el tejado,
estiraron los largos cuellos
aleteando vigorosamente,
nadie los oyó ni los vio.
Remontándose hasta las nubes,
por esos mundos de Dios,
hacia un gran bosque tenebroso
que se extendía hasta la misma orilla del mar .

Hans Christian Andersen modernizó el cuento popular a partir de su mundo existencial y la realidad cotidiana. Él, como todo gran escritor, concedió vida a todo lo que imaginaba, como un niño concede vida a sus juguetes. En los albores de su vocación literaria, sus cuentos comenzaban de la manera clásica: “Érase una vez… había una vez… hace muchos años…”. Pero después, cuando encontró su propio estilo, usó frases vinculadas con la naturaleza: “…¡Qué frío hacía! Nevaba y comenzaba a oscurecer… ¡Qué hermoso estaba el campo! Era verano…”. En la extensa producción de Andersen no se encuentran cuentos que hagan reír, sino cuentos que plantean la crueldad y la ternura de un modo sutil. Ahí tenemos El patito feo, cuyo tema, que refleja el fuero interno de su autor, es una suerte de alegoría autobiográfica. Los cuentos de Andersen son tristes, a veces demasiado tristes, pero el hondo lirismo de su prosa, más su capacidad para recrear atmósferas de gran intensidad poética, tornan mansamente suave ese dolor que, así depurado, culmina casi siempre en un final feliz, como suelen terminar los cuentos infantiles. Para Andersen fue difícil separar la leyenda de la historia y la realidad de la fantasía.

Él recreó estéticamente los cuentos populares escuchados en su infancia, en las cámaras de tejer, las cosechas de campiña y los barrios del pobrerío. No se limitó a transcribir los cuentos de la tradición oral al estilo de Charles Perrault y los hermanos Grimm, sino que les dio un tratamiento literario para atrapar la atención de los lectores. Es digno destacar que, durante mucho tiempo, Andersen estuvo influenciado no sólo por Perrault y los Grimm, sino también por los hermanos Orsted, cuyos trabajos en el campo de las ciencias naturales le sirvieron para asimilar los conceptos: “Det gode, det skönne og det sade” (Lo bueno, lo bello y lo feo). El mito, la leyenda y la historia, son materias primas que Andersen transformó en verdaderas joyas literarias. La estructura de sus cuentos es simple y su eje temático gira en torno a las clásicas contradicciones humanas. “Nadie como él supo penetrar en ese calidoscopio misterioso que es el mundo de los seres y las cosas. Aborda una temática múltiple de la condición humana: el amor, el dolor, la necesidad, el orgullo, el egoísmo, la crueldad, el dualismo; en fin, llega a plantear hasta la problemática del bien y del mal con todos sus recovecos.


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