jueves, 22 de septiembre de 2016

Howard Carter y la Maldición de Tutannkamen


El talento precoz de Howard Carter.. Cuando solo tenía 17 años, una sociedad egiptóloga de Inglaterra descubrió el talento precoz de Howard Carter. Este había aprendido el trabajo de su padre, un artista inglés de la ciudad de Swaffam, que le enseñó los fundamentos del dibujo y la pintura. Su rápida evolución le llevó a Egipto, donde aprendió a restaurar monumentos e incluso a realizar excavaciones. El conocimiento adquirido lo llevó a ocupar un cargo como inspector de Antigüedades. En 1908 le encargan la excavación de Tebas y el Valle de los Reyes.. El año 1908 es muy importante en la vida de Howard Carter. A la edad de 34 años, un importante noble aficionado a la arqueología, Lord Carnarvon, propuso la financiación del trabajo del arqueólogo. Estaba seguro de que las excavaciones en Tebas y en el Valle de los Reyes darían resultados muy positivos.
Carter descubre la tumba de Tutankamon en 1922.. El 4 de noviembre 1922 Howard Carter, un hombres serio, tímido, introvertido y sin amigos, descubre la tumba del faraón Tutankamón. La sepultura apareció intacta ante los ojos del investigador quien abrió el sarcófago el 16 de febrero de 1923. Este descubrimiento supuso uno de los mayores éxitos arqueológicos del siglo XX y aún es objeto de estudio de los científicos especializados.

Tesoros de valor incalculable escondidos al fondo de un pasadizo.. La tumba de Tutankamón se encontraba en las profundidades de un pasadizo al que conducían varios escalones de piedra. Howard Carter, acompañado de Lord Carnarvon, bajó los escalones y encontró una puerta de granito llena de inscripciones en forma de jeroglíficos. El arqueólogo describió lo que vio después como algo que "estaba fuera del ámbito terrestre", como algo que "sencillamente no tenía precio para ser evaluado". Piedras preciosas, muebles de oro, vasos de excelentes materiales e incluso un trono real.

Un ataúd de oro y piedras preciosas contenía el cuerpo momificado del faraón.. De todo lo encontrado, lo más valioso y misterioso era el inmenso ataúd de granito que apareció al fondo del pasadizo secreto. Dentro de este ataúd había otro tres más pequeños. Estaban hechos con madera e incrustaciones de oro y piedras preciosas. El último de los ataúdes contenía y protegía los restos del faraón momificado, que murió aún siendo adolescente.
Los ladrones no se atrevían a tocar el cuerpo de Tutankamón.. Antes de que Howard Carter descubriera la tumba del faraón, los ladrones ya habían entrado en ella. Los sellos de las puertas estaban abiertos y habían sido misteriosamente repuestos. Sin embargo, el cuerpo momificado del faraón no había sufrido ningún tipo de alteración. Fue el arqueólogo inglés el primero que se atrevió a indagar en la figura del faraón.

Quien profanara la tumba sería castigado con la muerte.. Según la leyenda que corría por Egipto, quien se atreviera a profanar la tumba del faraón sería castigado con la muerte. Aunque no parecía importar a la expedición, Howard Carter constató este hecho el día que su canario, que había instalado en las profundidades mientras él trabajaba, era engullido por una cobra. Este tipo de serpientes encarnaban a la diosa Edjo, según la mitología egipcia, y se encargaban de proteger a los faraones. Poco después, Lord Carnarvon, que había pagado todos los costes de la investigación, moría víctima de la picadura de un mosquito. Habían pasado solo diez meses desde que comenzaron las excavaciones. Este hecho se convirtió en una 'comidilla' internacional.


Carter falleció en 1939.. La muerte de Carter se produjo años después, en 1939, cuando tenía 65 años. Este hecho ayudaba a refutar la "maldición del Faraón", que según la leyenda acababa con la muerte de quien se atreviera a profanar su tumba. Fue enterrado en el cementerio de Putney Vale, al oeste de Londres. En su tumba se pueden leer dos frases que homenajean la pasión de este investigador: "Tú que amas Tebas, que tu espíritu viva, que puedas pasar millones de años, sentado con tu rostro hacia el viento del Norte, y los ojos resplandecientes de felicidad" y "Oh, Noche, extiende sobre mí tus alas, como las estrellas imperecederas".


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