Durante la batalla de Campeche, un mulato fuerte, guía de la expedición, buscó afanosamente al capitán español Domingo Rodríguez Calvo para cortarle la nariz y las orejas en la plaza pública, porque lo había maltratado por su condición de negro esclavo y había causado su huida a una vida azarosa y rebelde en el mar, despertándole un sentimiento de odio hacia los españoles y todo lo español.
Apresado por el famoso corsario Francis Drake en su primer viaje a bordo del galeón donde se había hecho a la mar en ese año de 1572, cuando al mando de la "Persea" y la "Swan" éste asaltó y saqueó a Nombre de Dios, Campeche y Veracruz, sintió gran afecto por este famoso hombre de mar, quien lo llevó a Inglaterra y se convirtió de hecho en su primer maestro en piratería. Entonces el joven Diego tenía quince años de edad. El mulato habanero se transformó en un experimentado aventurero del mar, aprendió perfectamente el inglés y continuó sus correrías en la nave de Drake. Más tarde, después que su maestro pirata fue nombrado Almirante de Inglaterra, el criollo se dedicó a mandar su propio barco, con una tripulación compuesta por franceses, ingleses y holandeses, convirtiéndose en el azote de las naves de la metrópoli que navegaban en los mares cubanos, lo que se ha conocido por la constancia histórica de la campaña que realizó el gobernador de Cuba, Don Juan de Maldonado Barnuevo para capturar a Diego Grillo. En el año 1603, cuando contaba con 45 años de edad aproximadamente, se asoció a otro no menos famoso: el corsario holandés Cornelis Cornelizon Jol, alias "Pie de Palo", con el que reconoció gran parte de la cayería cubana a principios del siglo XVII. Hijo de negra habanera y de español, fue bautizado en La Habana, siendo su padrino el capitán español Domingo Galván Romero. Finalizada la famosa batalla de Campeche (donde junto a "Pie de Palo" atacó la plaza con diez navíos y 500 ingleses, franceses y portugueses), cuando pasaba entre un impresionante número de cadáveres vio por causalidad el de su padrino y según testimonios de la época, mostró gran sentimiento por el cuerpo de aquel que lo había sostenido en la pila bautismal. Su fama de sanguinario aventurero no se vio afectada por el trato caballeresco que ofrecía a las mujeres. Un episodio relacionado con Doña Isabel de Caraveo, viuda del Gobernador de Campeche, Centeno de Maldonado, lo demuestra: posterior al saqueo de ese lugar y para evitar los ultrajes a los que se veía expuesta la bella española por sus compañeros piratas, le situó una guardia personal para su protección, que le brindó un cuidado especial, desembarcándola sana y salva en las cercanías de Campeche. Diego Grillo debió su fama también a numerosos hechos de armas. Fueron notorias las dos veces que se batió a sangre y fuego con el también famoso por su valentía, el capitán español Monasterio, aunque también se le acreditan muchos desmanes cometidos por otros aventureros del mar, cuando el odio hacia lo español vertía la sangre sin asomo de perdón. Poco se conoce del final de este avezado pirata; su historia se perdió en el tiempo y no todos los historiadores coinciden en cuanto a los datos sobre este extraordinario salteador de los mares. Unos plantean que Diego Grillo fue capturado y ahorcado por los españoles en el año 1673, pero al parecer fue otro de igual nombre y no menos sanguinario el que corrió esa suerte, ya que en esa fecha el mulato habanero había dejado de existir hacía tiempo, si se toma en cuenta su nacimiento en 1558, lo que hace suponer que existieron dos piratas con el mismo nombre, aunque el primero se hacía llamar Dieguillo, Diego El Mulato y Diego Lucifer. Es posible que éste le dejara como herencia al segundo no sólo su nombre, sino su legendaria hoja de servicios, que le hizo notar en la historia naval nacional como el más famoso e intrépido pirata cubano en el largo camino del corso y la piratería en el Caribe.
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