(Cristóforo Colombo; Génova?, 1451 -
Valladolid, 1506) Descubridor de América. El origen de este navegante,
probablemente italiano, está envuelto en el misterio por obra de él mismo y de
su primer biógrafo, su hijo Hernando Colón. Parece ser que Cristóbal Colón
empezó como artesano y comerciante modesto y que tomó contacto con el mar a
través de la navegación de cabotaje con fines mercantiles.
En 1476 naufragó la flota genovesa en la
que viajaba, al ser atacada por corsarios franceses cerca del cabo de San
Vicente (Portugal); desde entonces Colón se estableció en Lisboa como agente
comercial de la casa Centurione, para la que realizó viajes a Madeira, Guinea,
Inglaterra e incluso Islandia (1477).
Luego se dedicó a hacer mapas y a adquirir
una formación autodidacta: aprendió las lenguas clásicas, que le permitieron
leer los tratados geográficos antiguos (teniendo así conocimiento de la
esfericidad de la Tierra, defendida por Aristóteles o Tolomeo y comúnmente
aceptada entre los estudiosos del siglo XV), y empezó a tomar contacto con los
grandes geógrafos de la época (como el florentino Toscanelli).
De unos y otros llegó a Cristóbal Colón la
idea de que, siendo la Tierra esférica, la costa oriental de Asia podría
alcanzarse fácilmente navegando hacia el oeste. Una serie de cálculos erróneos
le habían hecho subestimar el perímetro terrestre y le llevaron a suponer, en
consecuencia, que Japón se hallaba a 2.400 millas marinas de Canarias,
distancia que, en realidad, es la que separa las Antillas del archipiélago
canario.
Por otra parte, algunos marineros
portugueses versados en la navegación atlántica le informaron seguramente de la
existencia de islas que permitirían hacer escala en la navegación
transoceánica; e incluso es posible que, como aseguran teorías menos
contrastadas, tuviera noticia de la existencia de tierras por explorar al otro
lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o nórdicos (o de los
papeles de su propio suegro, colonizador de Madeira). En cualquier caso, hacia
1480 Colón estaba decidido a acometer la empresa de abrir una ruta naval hacia
Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de que la Tierra era
redonda, y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es y de ignorar
la existencia del continente americano, que se interponía en la ruta
proyectada.
El interés económico del proyecto era
indudable en aquella época, ya que el comercio europeo con Extremo Oriente,
basado en la importación de especias y productos de lujo, era extremadamente
lucrativo; dicho comercio se realizaba por tierra a través de Oriente Medio,
controlado por los árabes. Los portugueses llevaban años intentando abrir una
ruta marítima a la India bordeando la costa africana, empresa que culminaría Vasco
Da Gama en 1498.
El descubrimiento de América
Colón ofreció su proyecto al rey Juan II de
Portugal, quien lo sometió al examen de un comité de expertos. Aunque terminó
rechazando la propuesta, el monarca portugués puso previamente como condición
que no se zarpase desde las Canarias, pues, en caso de que el viaje tuviera
éxito, la Corona de Castilla podría reclamar las tierras conquistadas en virtud
del Tratado de Alcaçobas. Colón encontró demasiado arriesgado partir de Madeira
(sólo confiaba en los cálculos que había trazado desde las Canarias) y probó
suerte en España con el duque de Medina Sidonia y con los Reyes Católicos,
que rechazaron su propuesta por considerarla inviable y por las desmedidas
pretensiones de Colón.
Finalmente, la reina Isabel la
Católica aprobó el proyecto de Colón por mediación del tesorero del rey,
Luis de Santángel, a raíz de la toma de Granada, que ponía fin a la reconquista
cristiana de la Península frente al Islam (1492). La reina firmó las llamadas
Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de
privilegios como contrapartida a su arriesgada empresa. Obtenida la financiación
necesaria, y contando con la inestimable ayuda de Martín Alonso Pinzón,
Colón armó una flotilla de tres carabelas (la Pinta, la Niña y
la Santa María) con las que partió del puerto de Palos (Huelva) el 3 de
agosto de 1492.
Colón navegó hasta Canarias y luego hacia
el oeste, alcanzando la isla de Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12
de octubre de 1492. Por primera vez (si se prescinde de la gesta sin
consecuencias de los vikingos) un grupo de europeos pisaba tierras americanas,
aunque ni Colón ni sus tripulantes eran conscientes de ello. En aquel viaje
descubrió también Cuba y La Española (Santo Domingo), e incluso construyó allí
un primer establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa
María (el fuerte La Navidad). Persuadido de que había alcanzado las costas
asiáticas, regresó a España con las dos naves restantes en 1493.
Colón realizó tres viajes más para
continuar la exploración de aquellas tierras. En el segundo (1493-1496) tocó
Cuba, Jamaica y Puerto Rico y fundó la ciudad de La Isabela; pero hubo de
regresar a España para hacer frente a las acusaciones surgidas del descontento
por su forma de gobernar La Española. En el tercer viaje (1498-1500) descubrió
Trinidad y tocó tierra firme en la desembocadura del Orinoco; pero la
sublevación de los colonos de La Española forzó su destitución como gobernador
y su envío como prisionero a España.
Tras ser juzgado y rehabilitado, se
revisaron sus privilegios (quedando excluido el poder virreinal) y emprendió un
cuarto viaje (1502) con prohibición de acercarse a La Española; recorrió la
costa centroamericana de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Regresó a
España en 1504 y pasó el resto de su vida intentando conseguir mercedes reales
para sí mismo y para sus descendientes, pues el rey Fernando el Católico intentaba
recortar los privilegios concedidos ante las proporciones que iba tomando el
descubrimiento y la inconveniencia de dejar a un advenedizo como único señor de
las Indias.
Colón había descubierto América
fortuitamente como consecuencia de su intuición y de su fuerza de voluntad.
Aunque fracasó en su idea original de abrir una nueva ruta comercial entre
Europa y Asia, abrió algo más importante: un «Nuevo Mundo» que, en los años
siguientes, sería explorado por navegantes, misioneros y soldados de España y
Portugal, incorporando un vasto territorio a la civilización occidental y
modificando profundamente las condiciones políticas y económicas del Viejo
Continente.
De Américo Vespucio procede el
sonoro nombre con que se bautizó al Nuevo Mundo; no es extraño que una
etimología popular (falsa porque Colón es una castellanización de su apellido
italiano) hiciese derivar del nombre del descubridor términos nada
prestigiosos, como colonialismo o colonizar. El
descubrimiento de América fue, en efecto, el pistoletazo de salida de la
colonización europea del continente, empresa en la que se dieron cita el
heroísmo y la barbarie, el propósito evangelizador y la explotación o
exterminio de los indígenas, el ideal imperial y la sed de oro y poder.
Pioneros de este proceso, que ocuparía todo
el siglo XVI y al que pronto se sumarían otras potencias europeas, fueron los
llamados conquistadores, como Hernán Cortés(México), Francisco
Pizarro y Diego de Almagro (Perú) o Pedro de Valdivia (Chile),
entre otros muchos. Aunque los vikingos habían llegado a América del Norte unos
quinientos años antes (expedición de Leif Ericson), no habían dejado
establecimientos permanentes ni habían hecho circular la noticia del
descubrimiento, quedando éste, por tanto, sin consecuencias hasta tiempos de
Colón.
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