jueves, 22 de septiembre de 2016

La Familia Maldita


En la mitología griega, Hemón (en griego antiguo Αἵμων Haímôn, ‘sangriento’) es un hijo de Creonte y de Eurídice, reyes de Tebas. Cuando Eteocles se negó a entregar el poder a su hermano Polinices tal como habían acordado, éste encabezó una expedición conocida como de Los siete contra Tebas para conquistar el trono por la fuerza. Tras una cruenta guerra, los dos hermanos acordaron decidir cual sería el soberano de la ciudad mediante un duelo a muerte. Sin embargo los dos se mataron recíprocamente, por lo que el gobierno de la ciudad pasó a manos de Creonte, tío de los malogrados príncipes. Nada más llegar al poder, Creonte declaró traidor a Polinices, prohibiendo, bajo pena de muerte, que su cuerpo recibiera las honras fúnebres que le correspondían. La hermana de Polinices, Antígona, desafió este decreto y escapó por la noche para incinerar el cadáver de su hermano, pero fue sorprendida por Creonte, que ordenó a su hijo Hemón que la enterrara viva en la misma tumba de Polinices. Hemón, que era el prometido de Antígona, suplicó a su padre clemencia para su amada, pero éste hizo oídos sordos a la petición de su hijo, pues deseaba librarse de un miembro de la familia tan potencialmente peligroso como Antígona. Finalmente intervino el ciego Tiresias, que hizo saber a Creonte la desaprobación de los dioses a su actitud. El rey tebano se resignó y revocó la pena de muerte a Antígona, pero ya era demasiado tarde, pues la joven se había ahorcado para evitar ser enterrada viva. Cuando Hemón vio el cuerpo de su amada, y con la misma espada se suicidó a los pies de su prometida.

También se suicidó Eurídice al conocer la trágica muerte de su hijo. Algunos autores afirman que Hemón fingió que iba a cumplir las órdenes de su padre, pero que huyó con Antígona y se escondieron entre los pastores, teniendo un hijo al que llamaron Meón. Una tercera versión obvia toda esta historia y afirma que Hemón murió devorado por la Esfinge antes de la llegada de Edipo, y que fue por esto por lo que su padre ofreció el trono de Tebas a aquel que les librase de tan monstruosa criatura. En el mito, los dos hermanos varones de Antígona se encuentran constantemente combatiendo por el trono de Tebas, debido a una maldición que su padre había lanzado contra ellos. Se suponía que Eteocles y Polinices se iban a turnar el trono periódicamente, pero, en algún momento, Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su período, por lo que se desencadena una guerra, pues, ofendido, Polinices busca ayuda en Argos, una ciudad rival, arma un ejército y regresa para reclamar lo que es suyo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro, como decía la profecía. Creonte, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros. (Este mito es contado en la tragedia Los siete contra Tebas de Esquilo.) Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona decide enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón, hijo de aquel). La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte: condenada a ser sepultada viva, evita el suplicio ahorcándose. Por otra parte, Hemón, al ver muerta a su prometida, tras intentar matar a su padre, se suicida en el túmulo, abrazado a Antígona; mientras tanto, Eurídice, esposa de Creonte y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha

Cleopatra



Última reina de Egipto, perteneciente a la dinastía de los Lágidas o Ptolomeos (Alejandría, 69 - 30 a. C.). Hija de Ptolomeo XII, fue casada con su propio hermano Ptolomeo XIII, con quien heredó el Trono en el año 51 a. C.

Pronto estallaron los conflictos entre los dos hermanos y esposos, que llevaron al destronamiento de Cleopatra. Sin embargo, su suerte cambió al llegar hasta Egipto las luchas civiles de Roma: persiguiendo a su enemigo Pompeyo, Julio César fue a Egipto y tomó partido por Cleopatra en el conflicto con su hermano. Durante la llamada «Guerra Alejandrina» (48-47 a. C.) murieron tanto Pompeyo como Ptolomeo XIII y tuvo lugar el incendio de la legendaria Biblioteca de Alejandría, que se perdió para siempre. Cleopatra fue repuesta en el Trono por César, que se había convertido en su amante (46 a. C.); y contrajo matrimonio de nuevo con su otro hermano, Ptolomeo XIV, a quien manejó a su antojo. Cleopatra trató de utilizar su influencia sobre César para restablecer la hegemonía de Egipto en el Mediterráneo oriental como aliada de Roma; y el nacimiento de un hijo de ambos -Ptolomeo XV o Cesarión- parecía reforzar esa posibilidad.

Tras el asesinato de César en el 44 a. C., Cleopatra intentó repetir la maniobra seduciendo a su inmediato sucesor, el cónsul Marco Antonio, que por aquel entonces luchaba con Augusto por el poder (36 a. C.). Cleopatra y Antonio impusieron su fuerza en Oriente creando un nuevo reino helenístico capaz de conquistar Armenia en el 34. Entonces estalló la «Guerra Ptolemaica» (32-30 a. C.), por la que Augusto llevó hasta Egipto su lucha contra Antonio.

El enfrentamiento definitivo tuvo lugar en la batalla naval de Actium (31), en la que la flota de Antonio fue derrotada fácilmente al abandonarle los egipcios. Marco Antonio consiguió huir y refugiarse con Cleopatra en Alejandría; cuando las tropas de Augusto tomaron la ciudad, Antonio se suicidó. Cleopatra intentaría aún, por tercera vez, seducir al guerrero romano -en esta ocasión Octavio Augusto- para salvar la vida y el Trono; pero Augusto se mostró insensible a sus encantos y decidió llevarla a Roma como botín de guerra. Ante tal perspectiva, Cleopatra se suicidó por el procedimiento ritual egipcio de hacerse morder por un áspid. Augusto aprovechó la circunstancia para asesinar también a su hijo Cesarión, extinguiendo así la dinastía ptolemaica y anexionando Egipto al Imperio Romano.


La Lámpara de Davy


Este renombrado químico inglés nació el 17 de diciembre de 1778 en Penzance, Cornualles y murió el 29 de mayo de 1829 en Ginebra, Suiza; su padre fue un escultor de madera y, por lo tanto, Davy se había procurado una educación autodidacta. Tras leer el Tratado elemental de Lavoisier, Humphry Davy se interesó por la química. Con veinte años ingresó en la Medical Pneumatic Institution en la que investigó sobre las aplicaciones terapéuticas de gases, como el óxido nitroso (gas de la risa) Por insistencia de sus padres abandona sus inclinaciones hacia el arte e inicia sus estudios en medicina En el año 1798 inicia experimentos sobre las propiedades médicas de algunos gases, y tal cual se señaló anteriormente, descubre los efectos anestésicos del óxido nitroso (gas de la risa o gas hilarante). Fue profesor adjunto de química en la Institución Real de Londres en 1801 y un año después se le nombró profesor. En 1803 fue nombrado miembro de la Royal Society. Cuatro años más tarde descubre el potasio, aísla el sodio por medio de la electrolisis de la sosa cáustica y propone el nombre de aluminum (aluminio) para un metal todavía no descubierto. 
En 1808 obtiene el boro aunque no la reconoce como un nuevo elemento. También obtuvo otros nuevos elementos puros mediante electrolisis como el magnesio y el calcio; y fue el primero en aislar el estroncio, también mediante electrolisis.

Pocos años más tarde demuestra que el cloro es un elemento químico y, junto con W. T. Brande, consigue aislar al litio. En esta institución, realiza investigaciones sobre los efectos de la electricidad en los compuestos químicos. En el año 1807 recibió el premio Napoleón del Instituto Francés. 


Fabricó la mayor batería construida hasta entonces, con 250 células y pasó una corriente eléctrica potente a través de soluciones de varios compuestos sospechosos de contener elementos químicos no descubiertos. Aisló con este método electrolítico el potasio y el sodio. Además preparó calcio con el mismo método. Posteriormente, conoce el procedimiento de la electrólisis para descomponer el agua. Entonces, inicia experimentos para lograr efectos análogos en otros compuestos minerales.

Descubre varios elementos entre los que se cuenta el potasio. A éste llega tras efectuar la electrólisis a la potasa. Fabricó la mayor batería construida hasta entonces, con 250 células y pasó una corriente eléctrica potente a través de soluciones de varios compuestos sospechosos de contener elementos químicos no descubiertos. Sus experimentos con los ácidos indicaron que es el hidrógeno, y no el oxígeno, el que produce las características de los ácidos. Inventó la lámpara de seguridad para los mineros en 1815, la cual enciende una llama que está aislada mediante una tela metálica.

La tela permite que la luz salga, pero no la temperatura necesaria para que los gases entren en conflagración. Davy fue mentor de Michael Faraday, con quien fundaría la electroquímica. Creó una lámpara de seguridad para las minas y fue el pionero en el control de la corrosión mediante la protección catódica. También estudió la respuesta del cuerpo humano a la electricidad. Por esto y por las investigaciones descritas recibió la medalla de oro y plata de Rumford de la Royal Society . Nombrado sir en 1812, fue baronet en 1818. En 1820 fue presidente de la prestigiosa Royal Society, institución que en español se denomina Sociedad Real. Cita de H. Davy:“Afortunadamente, la ciencia, al igual que la naturaleza a la que pertenece, ni está limitada por el tiempo ni por el espacio. Pertenece al mundo, y no es de ningún país ni de ninguna edad. Cuanto más sabemos, más sentimos nuestra ignorancia, más sentimos todo lo que sigue siendo desconocido; y en la filosofía, no se puede aplicar el sentimiento del héroe macedonio, - siempre hay nuevos mundos que conquistar”.


La Piramide de Kheops


Egipto tiene más de cien pirámides de distintas dimensiones y hay casi cincuenta más en el vecino Sudán. Sin embargo, las tres Grandes Pirámides de Giza han ganado su fama por ser las mayores de todas ellas. En las fotos más conocidas, la pirámide central, es decir la de Kafra (o Kefrén), parece más grande debido al ángulo de enfoque y a que fue construida sobre un terreno más elevado, pero la mayor de las tres pirámides es la Gran Pirámide de Keops, hoy en día también conocida como la Gran Pirámide. La Pirámide de Keops sirvió como tumba para el faraón Jufu, conocido también por su nombre en griego, Keops, en la dinastía IV. Se estima que se terminó de construir entre el año 2550-2570 AC Es la única sobreviviente de las célebres Siete Maravillas del Mundo Antiguo, citada por Antípatro de Sidón en el año 125 AC, las otras dos pirámides de la necrópolis (Kefrén y Miceriono) no están incluidas en estas maravillas antiguas. Heródoto que visitó el lugar en el 450 AC mencionó que su construcción duró 20 años. Para unos es la conclusión lógica del camino en la arquitectura funeraria, cuyo punto de partida se encuentra en la mastaba, hasta llegar a la pirámide más perfecta de todas. Para otros es una obra de ingeniería imposible aún hoy en día. Unos creen que en su geometría se halla escrita toda la historia de la Humanidad, otros que es como un gigantesco orbe de conocimientos. 


Unos ven en ella la tumba del más ególatra y tirano de los soberanos, otros un monumento legado por una civilización anterior a todas las conocidas. Algunos ven a miles de esclavos trabajando a golpe de látigo y otros creen ver mano de obra extraterrestre. Se ha dicho de ella que es una tumba, una gran central energética, una reproducción a escala de la Tierra, un observatorio celeste, una Biblia escrita en piedra… Los tesoros del Faraón Son numerosas y antiguas las historias sobre exploradores que en muchos casos destruyeron tesoros arqueológicos e incluso desaparecieron o perdieron la vida en la búsqueda de los tesoros que supuestamente habían sido enterrados con el faraón.

Durante las excavaciones realizadas por los árabes en la Pirámide de Keops, se encontraron losas y pedruscos que habían sido usados para sellar los pasajes y las cámaras. También se encontraron puertas secretas. Esto alimentó los numerosos mitos sobre la posibilidad de que las pirámides fueran una trampa, y que aquellos que entraban luego no podían salir vivos. Un explorador inglés del siglo XVII logró descubrir otro hueco que conectaba los pasajes, pero no encontró ningún tesoro. De esto se desprenden dos posibles conclusiones, una, que los antiguos saqueadores de tumbas hubiesen robado los tesoros de las pirámides siglos antes de la entrada de los árabes, dejando las cámaras vacías, y la otra, que la momia de Keops y sus tesoros estén aún astutamente ocultos dentro, o debajo de la Gran Pirámide.Nadie sabe con certeza el sistema que se utilizó para construir las pirámides de Egipto pues aunque varias teorías ofrecen respuestas posibles al modo en que se trasladaron los bloques de piedra, queda por encarar los problemas técnicos que implican la colocación y elevación de dichas piedras, así como la exactitud en su colocación, medidas y cálculos. Dicha construcción ha sido atribuida a extraterrestres, atlantes, egipcios anteriores a Keops o a otras culturas o civilizaciones desconocidas.

Herodoto, fue el primero en hacer referencia a su modo de construcción cuando las visitó 2000 años después de haber sido construidas y ofrece la única descripción histórica con que se cuenta. Declara en lo referente a la construcción del monumento de Keops: Sistema constructivo según Herodoto "Esta pirámide fue construida de la siguiente manera: se colocaron al principio una serie de gradas que algunos llaman crossai y otros bomides. Después de haberle dado para empezar, esta primer forma, se procedió a subir las piedras restantes, por medio de máquinas construidas con trozos cortos de madera, desde el suelo las subían a la primera plataforma, cuando la piedra había llegado allí, era colocada en otra máquina instalada sobre esta primera plataforma y pasaba a otra grúa, pues había tantas máquinas como plataformas. O quizás sólo había una máquina, fácil de transportar, que trasladaban de un piso a otro, después de haber retirado la piedra, indicamos los dos procedimientos, según las dos versiones que hemos oído. Lo primero que hicieron fue llegar al vértice de la pirámide, después pasaron a las partes que quedaban inmediatamente debajo, y por fin, dieron el último toque a los pisos próximos al suelo y al pie mismo del edificio." Hasta el presente no se han aportado pruebas en apoyo a las declaraciones de Herodoto en su conjunto.


La Armada Invencible

" Yo mandé mis barcos a luchar contra los hombres , no contra los elementos "

Armada Invencible es un término de origen inglés, para referirse a la Empresa de Inglaterra de 1588 proyectada por el monarca español Felipe II para destronar a Isabel I de Inglaterra e invadir Inglaterra. El ataque tuvo lugar en el contexto de la Guerra anglo-española de 1585-1604. El ataque fracasó pero la Guerra se extendió 6 años más y terminó con el Tratado de Londres de 1604, favorable a España. Felipe II decidió articular el ataque conjuntamente, y de manera compleja, desde Portugal y desde las posesiones españolas en los Países Bajos. Se armó una gran flota en puertos españoles que recibió el nombre de Grande y Felicísima Armada. Las Armada enviada desde Portugal, país que se encontraba bajo la corona española, participaría en el combate mientras que las fuerzas españolas que salieran simultáneamente desde Países Bajos, con los Tercios de Flandes, se encontrarían entre el Canal de la Mancha y el Mar del Norte con las que venían desde Portugal, con el objetivo de invadir Gran Bretaña.7 Esta invasión no pretendía la anexión de las islas británicas al Imperio español sino la expulsión de Isabel I del trono inglés, y respondía a la ejecución de María Estuardo, a su política anti-española de piratería y de la Guerra de Flandes.
Debía mandarla el almirante de Castilla Don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, pero murió poco antes de la partida de la flota, siendo sustituido a toda prisa por Alonso Pérez de Guzmán (VII duque de Medina-Sidonia), Grande de España. Estaba compuesta de 127 barcos que partieron de España, y de ellos, 122 barcos penetraron en el Canal de la Mancha. Las turbulentas condiciones meteorológicas en el mar llevaron al naufragios a muchas naves, sin embargo 87 barcos, unas tres cuartas partes, regresaron a España sin haber cumplido su misión de derrotar las fuerzas inglesas y favorecer el ataque desde Flandes.
Al año siguiente Inglaterra intentó aprovechar la ventaja obtenida tras este fracaso de ataque español y realizó su propia flota, la Contraarmada o Invencible inglesa (con una flota aún mayor que la española), resultando en otro absoluto fracaso y devolviendo el statu quo al conflicto. En 1558 el Imperio Español se extendía por América y Filipinas, además de haberse anexionado los territorios del Imperio Portugués, por derechos sucesorios. El interés de España por Inglaterra era geopolítico, al ser un reino de importancia que podría ser un perfecto paraguas para sus posesiones Países Bajos frente a ataques franceses o rebeliones protestantes. Felipe II contrajo matrimonio con la reina católica de Inglaterra María I, de modo que el hijo que tuvieran pudiera reinar en España y en Inglaterra. María I, a instancias de su consorte, Felipe II, comienza a construir una armada inglesa moderna, bautizando el primer barco como Felipe y María en conmemoración de su casamiento. María I fallece sin darle a Felipe II un hijo y la hermanastra de María, Isabel I de Inglaterra accede al trono en 1558. Isabel I comienza a restaurar el régimen protestante en Inglaterra y Felipe II intentará detener el proceso y asegurarse la alianza con Inglaterra y propondrá matrimonio a Isabel I, proposición que es rechazada por Isabel. Felipe II de España Isabel I de Inglaterra conviven de manera pacífica durante su primera década de reinado. A la postre, España había sufrido constantes ataques en sus colonias de Ultramar y de sus barcos mercantes por parte del pirata John Hawkins y de su primo Sir Francis Drake, que actuaban con expediciones financiadas por Isabel I pero sin perder su condición de piratas y tratantes de esclavos africanos.
En 1568 Hawkins y Drake, en una tormenta, buscará refugio en un puerto de México, Nueva España, lo que España ve como una ocasión para atacarles, teniendo lugar la Batalla de San Juan de Ulúa, que se salda con una victoria española. Isabel responde a este ataque a naves inglesas atacando 5 galeones españoles cargados de oro. En 1570 el Papa Pío V promulga una bula que excomulga a Isabel I y autoriza a cualquier católico para asesinarla y a cualquier monarca católico para destronarla. Felipe II no se muestra interesado, pero el agente papal italiano Roberto di Ridolfi se presenta ante la Corte de España y propone al Rey una conspiración para asesinar a Isabel I y sustituirla por la Reina de Escocia, María Estuardo, de religión católica.17 El Rey de España mandará agentes a Inglaterra para iniciar la rebelión pero esta jamás llega a estallar porque los espías de Isabel descubren el complot. Isabel decide iniciar un plan para dar dinero y tropas a los rebeldes protestantes de Países Bajos. A partir de 1572 Isabel comienza a financiar expediciones corsarias de Hawkins y Drake en las costas del Caribe capturando botines de ciudades españolas. En 1585 Drake ataca puertos de Galicia atentando contra iglesias y matando a curas y a monjas, por lo que Felipe II decide atacar por fin Inglaterra.

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El Napoleon Negro


François Dominique Toussaint-Louverture (La Española, 20 de mayo de 1743 – Fuerte de Joux, La Cluse-et-Mijoux, cerca de Pontarlier, Francia, 7 de abril de 1803) fue un político y militar, el más importante de entre los dirigentes de la Revolución haitiana. 


Llegó a ser gobernador de Saint Domingue, que era el nombre dado por los franceses a Haití. Su legado es el haber sentado las bases para la erradicación definitiva de la esclavitud en Haití y posteriormente, a consecuencia de ello, en el mundo entero.Su abuelo, Gaou Guinou, nació en la región africana de Dahomey (actual Benín), al parecer en el seno de la familia real Allada. Deportado a La Española, su padre, Hyppolite Gaou fue vendido como esclavo al gerente de la hacienda del Conde de Breda en la plantación en la que Toussaint (de ahí su nombre completo Toussaint de Breda) nació, en la provincia del Norte, cerca de Cap-Français. Su dueño, Baillon de Libertat, era relativamente humanitario, animó a Toussaint para que aprendiera a leer y a escribir e hizo de él su chofer y contramaestre en la hacienda. A pesar de su escasa estatura le valieron el mote de Fatras-Bâton, llegó a ser un jinete reputado y un gran conocedor de las plantas medicinales. Se casó con una mujer libre llamada Suzanne con la que tuvo dos hijos: Isaac y Placide. Toussaint fue liberado en 1776, a los 33 años. Según indican los archivos coloniales, alquiló una granja de café de unas quince hectáreas con trece esclavos.


El rebelde aliado con España La Revolución francesa tuvo una gran repercusión en la parte francesa de la isla de La Española. En un primer momento, los grandes terratenientes blancos vieron la posibilidad de independizarse y los pequeños la de lograr la igualdad con los grandes. Los esclavos y los pequeños propietarios negros, por su parte, esperaban adquirir un estatus similar al de los pequeños terratenientes blancos. En agosto de 1791, los esclavos de la llanura del Norte de la parte francesa de La Española, capitaneados por Boukman, el jamaiquino, se rebelaron tras la ceremonia de Bois-Caïman. Toussaint Bréda se convirtió en el edecán de Georges Biassou, comandante de los esclavos que se refugiaron en la parte española de la isla, y se aliaron con éstos en 1793 para expulsar a los franceses esclavistas. Toussaint fue instruido en el terreno militar por los españoles. Dirigiendo una tropa de más de 3.000 soldados, consiguió en pocos meses algunas victorias. Fue entonces cuando se le apodó L'Ouverture (que significa el iniciador).



Se convirtió en general del ejército del rey de España. El 29 de agosto de 1793 Toussaint hizo pública su proclamación, en la que se presentaba como el líder de los negros: Hermanos y amigos. Soy Toussaint Louverture; quizás el conocimiento de mi nombre haya llegado hasta vosotros. He iniciado la venganza de mi raza. Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Unídos, hermanos, y luchad conmigo por la misma causa. Arrancad de raíz conmigo el árbol de la esclavitud. Vuestro muy humilde y muy obediente servidor, Toussaint Louverture, General de los ejércitos del rey, para el bien público.


Traición en la Selva


Pedro Arias Dávila

Nació en Segovia (España), probablemente en torno a 1460. Pertenecía a una de las familias aristocráticas más influyentes de la España del siglo XV. Su abuelo y fundador de la dinastía fue Diego Arias Dávila. En muy pocos años éste emprendió una meteórica carrera, especialmente durante el reinado de Enrique IV de Castilla,[1] su protector, que le permitió, además del ascenso a la nobleza, disfrutar de un poder casi ilimitado en la corte castellana. Si meteórica fue la carrera de Diego Arias Dávila, el encumbrado Contador Mayor del reino, la de sus tres hijos no lo fue menos.
Leyenda negra en torno a Pedrarias
Atacado con virulencia, aunque por distintos motivos, por los primeros cronistas como Las Casas y Fernández de Oviedo, Pedrarias atrae simultáneamente los odios tanto de la Leyenda Negra exterior como de la leyenda “patriótica” interior. Al pasar a América en edad madura, con un brillante historial militar, y perteneciendo socialmente a la aristocracia y económicamente a la clase alta, no participa del atractivo del joven aventurero que partiendo de la nada se aúpa socialmente en la empresa americana, como fue el caso de algunos de los capitanes de la conquista, y por ello no atrae las simpatías con que una corriente romántica de la historia, sobre todo a partir del Siglo XIX, reinterpreta muchas biografías. La tentación de defender a la Corona, con la que muchos identifican a la nación española, y de ensalzar a algunos “héroes” destacados, como Cortés, Pizarro o Balboa, endosando lo que no es grato a personajes considerados secundarios ha sido una constante. El territorio que le tocó en suerte a Pedrarias, carente de riqueza, civilización u organización política alguna, no permitía la consolidación de imperios ni el enriquecimiento de la Corona, por lo que tampoco pudo disfrutar de la “fama” que estos éxitos suelen reportar a sus protagonistas y que hace que se les perdone cualquier pecado. En conclusión, Pedrarias se lleva la palma de todas las malas leyendas. Durante quinientos años, casi sin excepción, historiador tras historiador han venido denigrando y, en muchos casos, hasta insultándole. Aunque, por no faltar a la verdad, hay que señalar que algunos historiadores como Pablo Alvarez Rubiano, Carlos M. Gasteazoro o Carmen Mena García han intuido que la Historia no estaba haciendo justicia con Pedrarias y que habría que acometer un estudio en profundidad de este personaje tan maltratado. Por primera vez, una historiadora, la hispanista norteamericana Bethany Aram, se ha atrevido a acometer esta tarea basándose en fuentes originales, entre tres y cuatro mil documentos de distintos archivos, muchos de ellos inéditos. La publicación en 2008 por Marcial Pons del libro escrito por esta autora, titulado “Leyenda negra y leyendas doradas en la conquista de América. Pedrarias y Balboa”, marca un hito en la historiografía de Pedrarias y permite situarlo correctamente en la historia de la conquista, terminando con la absurda leyenda negra que rodeaba a este personaje.
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El Canal Suez



El canal de Suez (árabe: قناة السويس )? es una vía artificial de navegación que une el mar Mediterráneo con el mar Rojo, entre África y Asia, a través del istmo de Suez, de la península del Sinaí. El canal se encuentra en territorio de Egipto. Su longitud es de 163 km entre Puerto Saíd (en la ribera mediterránea) y Suez (en la costa del mar Rojo). Permitió acortar la ruta del comercio marítimo entre Europa y el sur de Asia, pues evitaba tener que rodear el continente africano Desde la época faraónica, aproximadamente en los siglos XIX y XX a.C, existió el deseo de crear una conexión entre el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo. Los faraones fueron los primeros en diseñar obras de Ingeniería tales como el intento de construir este canal. Los primeros pasos estuvieron encaminados en unir el Río Nilo con el Mar Rojo. Las obras de excavación del canal se iniciaron oficialmente el 10 de abril de 1859 promovidas por el francés Ferdinand de Lesseps, autorizado por las autoridades egipcias de la época. Fue inaugurado en 1869. En el momento de la inauguración, Egipto poseía el 44% de las acciones y unos 21.000 franceses el resto. 


 El canal atravesaba el territorio egipcio. Lesseps logró obtener del gobernador de Egipto, Mehmet Said, la concesión para la construcción del canal. Después de la suscripción de 1858, conforme al acuerdo que había sido firmado, Egipto cedía libremente tierras, canteras y una conducción de agua potable, y proporcionaba a la sociedad creada por Lesseps las cuatro quintas partes de trabajadores que eran necesarios para las obras. Así es como fue realizada una de las más grandes obras de la ingeniería del mundo por decenas de miles de campesinos humildes (fellahs) llevados por la fuerza desde todas las regiones de Egipto. Al principio no se disponía de maquinaria y todo tenía que hacerse a mano en un clima malsano. Según cifras oficiales, murieron 20 trabajadores.

Estimaciones más realistas fijan la cifra en 125.000 trabajadores muertos. El trabajo se aceleró después de la introducción de las dragas de cangilones.1 La construcción del canal de Suez marcó un hito en la historia de la tecnología ya que, por primera vez, se emplearon máquinas de excavación especialmente diseñadas para estas obras, con rendimientos desconocidos hasta esa época. En algo más de dos años se excavaron más de 50 millones de metros cúbicos, de los 75 millones del total de la obra. . El 17 de febrero de 1867 un primer barco atravesó el canal, aunque la inauguración oficial se realizó el 17 de noviembre de 1869 con la presencia de la emperatriz Eugenia de Montijo. En 1875 el Pachá de Egipto, a causa de la deuda externa del país, puso a la venta su parte de las acciones del canal. En una rápida maniobra, el Primer ministro del Reino Unido, a la sazón Benjamin Disraeli, convenció a la Reina Victoria de la necesidad de comprarlas para tomar el control sobre la ruta hacia la India, la colonia más rica del Reino Unido. Un enviado de Disraeli consiguió un cuantioso préstamo de parte de la Casa banquera Rothschild, y de esta manera Reino Unido se aseguró el dominio del canal. El Banco Franco-Egipcio, constituido por franceses en 1870, para hacer negocios en tierras faraónicas, ante la presencia de los ingleses, optó por desarrollar el sistema bancario de México, donde fundó el Banco Nacional Mexicano, antecedente del actual Banamex, y en otros países latinoamericanos. Participó en el intento fallido de Lesseps de hacer un canal en Panamá, entonces parte de Colombia.

El Tratado de Constantinopla de 1888 declaró el canal zona neutral bajo protección británica. Al ratificar este tratado, el Imperio otomano accedió a permitir la navegación internacional de forma libre a través del canal, tanto en tiempos de paz como de guerra. Un gran beneficiado por la construcción de este canal fue España, para llegar más rápidamente por barco a Filipinas. El canal permite el paso de barcos hasta 20 metros de calado o 240.000 toneladas de peso muerto y una altura máxima de 68 metros por encima del nivel del agua. La luz máxima que permite es de 77,5 metros bajo una serie de condiciones.3 4 Estas dimensiones citadas limitan el tamaño de los barcos contenedores actuales que deben construirse para pasar este canal. A pesar de esto las limitaciones que impone el Canal de Suez son menos restrictivas que la del Canal de Panamá, lo que lleva a este último a quedarse atrás en la pugna de convertirse en el camino preferido de los barcos. En algunos casos los barcos deben descargarse para poder pasar el canal. Los barcos que cumplen con los parámetros adecuados para navegar por el canal (calado, manga y altura) son calificados como barcos tipo Suezmax


La Conquista del Everest


Los pares del reino aguardaban el momento de encaminarse a la abadía de Westminster para asistir a la coronación de la reina Isabel 11, mas al parecer prestaban mayor atención a un titular del diario The Times, de Londres, que a la pompa que los rodeaba. Lo que tanto les cautivaba, esa mañana de junio de 1953, era la sensacional noticia de que el Everest, el monte inaccesible, acababa de ser conquistado, y por montañistas ingleses. Tan gloriosa empresa, concluida precisamente la víspera de la coronación de la joven soberana, parecía el digno heraldo de una segunda edad isabelina. El Everest, con sus 8848 m de altitud, es la montaña más alta del mundo. En la región, este pico del Himalaya, al que los ingleses dieron el nombre de Everest en honor del topógrafo de la India del siglo XIX que midió por primera vez su altitud, es más conocido por Chomolungma, o "Diosa Madre del Mundo". Chomolungma se alza entre el Tíbet y Nepal, y, flanqueado por otras cimas inmensas, aparece inconquistable e inaccesible. "En primer lugar, sería necesario encontrar la montaña", decía el alpinista inglés George Mallory, antes de su precursora expedición de 1921. Mallory encontró el Everest, pero en 1924 perdió la vida en su intento de escalarlo. En el curso de los tres decenios siguientes, no menos de otras nueve expediciones debieron declararse vencidas por las aterradoras dificulta des que presenta: abruptas paredes de roca, gruesas capas de nieve en polvo, furiosas ventiscas, un frío cruel y penetrante, y una altitud tal que los pulmones no pueden soportarla.
A pesar de ello, cuando la Roya] Geographical Society y el Club Alpino designaron al coronel Johíi Hunt, de 42 años, para que capitanease la expedición británica de 1953 al monte Everest, centenares de montañistas le ofrecieron sus servicios. De ellos, diez fueron aceptados: Charles Evans, cirujano del cerebro, hombre pelirrojo de 33 años de edad; Charles Wylie, de 32, silencioso militar; Alfred Gregory, de 39, agente viajero, hombre atildado y de corta estatura; Wilfrid Noycc, de 34, tímido maestro de escuela; Tom Bourdillon, de 28, físico corpulento pero ágil; Michacl Westmacott, de 27, especialista en estadísticas y dueño de una insuperable técnica montañista; y George Band, de 23, que fue presidente del Club de Alpinismo de la Universidad de Cambridge y a quien Hunt consideraba "el moiitañista más brillante de Inglaterra". Hunt, que necesitaba hombres con experiencia en la nieve y el hielo, tuvo que buscar a los tres últimos expedicionarios fuera de las Islas Británicas. 

Dos neozelandeses satisfacían los requisitos: George Lowe, de 28 años de edad, hombre larguirucho y de vigor casi sobrehumano; y Edmund Hillary, de 33, soltero, apicultor en Auckland, de casi dos metros de estatura, que calzaba enormes botas y que, según decía, practicaba el montañismo "por mera diversión". Luego se les agregó un veterano de cinco expediciones anteriores al Everest: Tensing Norkay, de 39 años, individuo de la tribu sherpa del Himalaya; aunque no sabía leer ni escribir, mostraba el aire inconfundible del hombre que sabe lo que vale. Mientras los demás componentes del equipo se ejercitaban en Gales y en Nueva Zelanda, Tensing subía y bajaba los cerros cercanos a su casa de la India, cargado con una mochila llena de piedras. "Esta vez lo voy a lograr", se juraba en silencio. "O lo hago o me muero."

Durante la primera semana de marzo de 1953, los expedicionarios del Everest se reunieron en Katmandú, ciudad de templos y palacios situada en el boscoso valle de Nepal. Allí, se les agregaron Tensing y un médico, un fisiólogo, un camarógrafo y un corresponsal del Times de Londres, diario que había adquirido derechos exclusivos para publicar la crónica de la ascensión. Llegado el 10 de marzo, la expedición había emprendido la marcha de 270 km hacia el este, hacia el primer campamento base, establecido en el monasterio de Thyangboche. Engrosaban ya sus filas un grupo de sherpas experimentados, hechos a trabajar a grandes altitudes, y 350 porteadores entre los que se contaban algunas mujeres, que constituían un bullicioso complemento. Los montañistas de Hunt cruzaron el valle cubierto por las rojas flores del rododendro. Luego iniciaron el sinuoso ascenso de las montañas, doblaron hacia el norte y atravesaron Namcha Barwa, la pequeña capital de los sherpas.

Un poco más arriba, a 4100 m, se alzaba el santuario budista de Thyangboche. En este punto, Hunt y sus compañeros armaron 20 tiendas de campaña. El monasterio, vasto edificio coronado por una perilla de oro, se levantaba entre campos de azules primaveras y bosques de enebro. Alrededor vagaban faisanes, perdices y almizcleros. Los monjes dedicaban el tiempo a destilar un licor de arroz con aroma de clavo, conocido como leche del lama, y a adorar a los dioses que habitan el Chomolungma. La cima del Everest se avistaba desde una eminencia y de su silueta triangular se levantaba una nube de nieve en polvo como un penacho de plumas. Dio comienzo entonces un periodo de riguroso entrenamiento y aclimatación que duraría tres semanas. A medida que los expedicionarios se aventuraban a alturas cada vez mayores, sus pulmones se expandían, se les tensaban los músculos, preparándose al asalto de la pared meridional de la montaña gigantesca. Los siete rasgos topográficos de esta pared les eran bien conocidos: el glaciar de Khumbu, ondulado y cubierto de morenas; la escarpada Cascada de Hielo; el Circo Occidental, valle de hielo entre el Everest y el Lhotse; la pared de éste, aterradora, casi vertical; el ventoso Collado del Sur, de 8000 m; el Pico del Sur, que se eleva a 8748; y, por último, la inmaculada cresta que lleva hasta la cumbre y que sólo se conocía por algunas fotografías aéreas.

Cornelia Madre de los Gracos



Cornelia Africana fue una de las matronas romanas más queridas y respetadas. Era hija de Publio Cornelio Escipión el Africano, uno de los más grandes héroes militares de Roma, y su madre era hermana de Lucio Emilio Paulo, el conquistador de Macedonia. A los 18 años, fue casada con Tiberio Sempronio Graco, miembro de una de las familias nobles más antiguas, que fue cónsul en el 177 antes de Cristo, censor en el 169 y cónsul nuevamente en el 163. Pese a que Tiberio Graco le llevaba varios años a Cornelia, su matrimonio fue muy feliz. Ella le dio nada más y nada menos que 12 hijos, a quienes cuidó con cariño y devoción y educó personalmente (algo para lo cual estaba perfectamente capacitada, pues era una mujer muy culta, al igual que su padre). El matrimonio terminó cuando, según una versión recogida por Plutarco, dos pequeños dragones -macho y hembra- fueron hallados en la cama de Tiberio y Cornelia. Al consultar a los augures, ellos dijeron que los dioses deseaban la muerte de uno de los cónyuges, y que uno de los dragones debía ser por ende sacrificado: si mataban al macho, Tiberio moriría, y si mataban a la hembra, Cornelia moriría. 


Tiberio decidió matar al macho, pues consideraba que la vida de su joven esposa era mucho más valiosa que la suya. Así, Tiberio Sempronio Graco murió en el 154.Cornelia aceptó la viudez con dignidad y se entregó por completo a la crianza de sus doce hijos, lo cual no evitó que nueve de ellos siguieran a su padre a la tumba. Sólo llegaron a la adultez dos hijos, Tiberio y Cayo, y una hija, Sempronia. Recibió varias ofertas matrimoniales, incluyendo una del mismísimo rey Tolomeo VIII de Egipto, pero las rechazó todas.

Una anécdota famosa cuenta que, en una reunión con sus amigas, una de ellas le preguntó a Cornelia por qué se vestía con tanta modestia y nunca llevaba joyas. Cornelia entonces salió de la habitación y volvió a entrar llevando a sus hijos. Los señaló y dijo "Ellos son mis joyas". Al crecer, las carreras políticas de Tiberio y Cayo Graco fueron girando cada vez más hacia la facción popular. Las luchas entre los populares y los conservadores llevaron a ambos hermanos a ser asesinados en el 132 y en el 121 respectivamente. La pérdida de sus últimos dos hijos no destruyó a Cornelia, como todos en Roma esperaban. Ella se limitó a trasladarse a una villa en Miseno, donde formó una corte de intelectuales y artistas. Plutarco cuenta que era capaz de narrar con toda tranquilidad las hazañas de su padre y de sus hijos, sin llorar por ellos, como si estuviera hablando de héroes mitológicos. Allí murió pacíficamente en el 100 antes de Cristo; para honrarla, el Senado le levantó una estatua, un honor inédito para una mujer romana en el período republicano (más adelante, bajo el Imperio, fue común que las mujeres de los emperadores recibieran ese honor).


Robur el Conquistador



La inspiración para crear a Robur le llegó a Verne por medio de su amigo Nadar, piloto de aerostáticos, que lo había convencido hacía más de veinte años a que se uniera a una sociedad que apoyaba los experimentos de vuelo con unas increíbles máquinas como los helicópteros a vapor. La idea de volar ya era perseguida por muchos científicos, y a pesar que Verne no era partidario de los globos dirigibles, la fe de Nadar lo hizo crear una nave aérea fantástica a la que bautizó Albatros. Verne, aficionado de los enigmas, solía utilizar palabras del latín para nombrar a sus personajes. Al igual que Nemo significa «Nadie», Robur significa «Roble», que denota poder y fuerza. La robustez nata con la que Verne crea a su protagonista, la deja notar cuando él mismo se presenta ante la asamblea del Weldon Institute: «Ciudadanos de los Estados Unidos de América, me llamo Robur. Soy digno de ese nombre. Tengo cuarenta años, y poseo una constitución de hierro, una salud a toda prueba y una gran fuerza muscular.» El progreso no está en los globos aerostáticos, ciudadanos globistas: está en los aparatos volantes. ¡El pájaro vuela, y no es un globo, es una máquina! Robur, a diferencia del capitán Nemo, es un hombre que no pretende conquistar los mares, sino los cielos. Antes de Robur, los inventores de las historias de Verne habían sido unos sabios de loables intenciones, pero el creador del Albatros será maléfico, y aunque les revela a sus prisioneros las maravillas del mundo vistas desde el cielo, tiene la declarada intención de no liberarlos.

¿Y con qué derecho? ¡Con el derecho del más fuerte! Robur es un gran sabio inventor pero a la vez resentido con una humanidad mezquina y violenta, que enfoca el progreso hacia la guerra y la explotación. Es por eso que desarrolla su invento en secreto y recluta su tripulación de entera confianza, jactándose de su poder tecnológico, no dudando en utilizarlo cuando le apetezca. Uno de sus rasgos característicos es el afán de individualización y el de ir en contra de la sociedad. Este comportamiento lo convierte en un ser ermitaño y muy sensible ante toda intromisión o cuestionamiento del exterior, moviéndose en la delgada línea entre el afán de libertad y el crimen. Honorables globistas, se encuentran ahora en libertad para andar por donde les plazca dentro de los límites del Albatros Ese micro mundo creado por el enigmático Robur, en los cielos, sin fronteras, es un pensamiento impresionante del escritor, que en aquella época, de mediados de siglo XIX, contrastaba con las ideas políticas.

Se trata pues, del alegato antibelicista de un idealista y soñador que pregona con su ideología, una crítica a la política de aquel entonces, una fantasía, la de volar, que sólo podía hacerse en globo en esos años, y que el Albatros, su portentosa máquina voladora lo haría realidad. El retorno a los orígenes En la biografía de Verne, 1886 está marcado por una serie de eventos trágicos. A la venta en febrero, a causa de problemas financieros, de su barco, el Saint Michel III, y a la diabetes que lo aflige, le sigue el 9 de marzo el ataque con dos tiros de revólver en la pierna izquierda, por parte de su sobrino Gastón, hijo de su hermano Paul. Una semana después, postrado aún en su lecho, es víctima de otro atentado quizá más doloroso: recibe la noticia de la muerte de Hetzel, su editor, consejero, amigo y padre espiritual. Estos sucesos lo llenan de melancolía, ¡ya no navegará más! Sus obras a partir de ese momento irán adquiriendo un tono pesimista y escéptico. Reducido a la inmovilidad durante largos meses, Verne se refugia más que nunca en su trabajo, con el que trata de evadirse de la tristeza que lo embarga. No obstante, a pesar de la muerte del padre, la producción de la firma Hetzel continúa sin interrupciones y la del autor también, y una de las obras que reflejan esta ardua labor es Robur el Conquistador. Todo indica que fue Nadar quien inició a Verne en las artes aerostáticas. La fe de Nadar por los vuelos con aparatos más pesados que el aire, inspiró a Verne crear el personaje de Robur el Conquistador y a diseñar una aeronave basada en este principio: el Albatros. Este libro renueva y perpetúa el género que Hetzel había ya descrito en la introducción de Viajes y aventuras del Capitán Hatteras: «El objetivo de las novelas de Verne es resumir todos los conocimientos geográficos, geológicos, físicos y astronómicos acumulados por la ciencia moderna y rehacer bajo la atractiva forma que le es propia, la historia del universo».


Verne está, en efecto, hace algunos años, falto de inspiración en lo concerniente a la narración de ingenios y máquinas extraordinarias, puesto que todos los temas habían sido ya más o menos abordados en sus novelas anteriores. Sin embargo, algunos elementos van a animar la imaginación del autor. De una parte, en 1884 (un año antes que comience a escribir Robur), el capitán Renard, quien es citado varias veces en la novela, había recorrido en un dirigible una distancia de siete kilómetros. Además, aquel mismo año apareció un libro titulado: En los aires. Historia elemental de la aeronáutica. Éste había sido escrito por un antiguo amigo, Gabriel de la Landelle, a quien se le atribuye la invención de la palabra "aviación" en 1863. Influido por estas ideas, su postración lo regresa a tiempos más felices; los recuerdos de sus comienzos resuenan en él como voces en su “lecho infernal”, y un día Nadar recibe esta carta: «Mi querido amigo, te hago llegar a través de Hetzel a Robur el Conquistador. ¡Vas a redescubrir en la novela todas tus ideas sobre la cuestión de lo “más pesado que el aire"! He querido retomar nuestro asunto de una manera fantástica. Ya me dirás si te gusta. Éramos veinticinco años más jóvenes cuando conversábamos sobre todo esto. Ahora llevo seis meses en la cama con la pierna estirada. ¡Es mucho tiempo!»


Los Hermanos Cisnes


Lejos de nuestras tierras,
allá adonde van las golondrinas
cuando el invierno llega a nosotros,
una estrella en el pecho y sable al cinto ,
pizarrín de diamante sobre pizarras de oro,
aprendido de memoria
sentada en un escabel de reluciente cristal,
Era aún de madrugada
cuando pasaron por el lugar,
yacía dormida en el cuarto
varios círculos sobre el tejado,
estiraron los largos cuellos
aleteando vigorosamente,
nadie los oyó ni los vio.
Remontándose hasta las nubes,
por esos mundos de Dios,
hacia un gran bosque tenebroso
que se extendía hasta la misma orilla del mar .

Hans Christian Andersen modernizó el cuento popular a partir de su mundo existencial y la realidad cotidiana. Él, como todo gran escritor, concedió vida a todo lo que imaginaba, como un niño concede vida a sus juguetes. En los albores de su vocación literaria, sus cuentos comenzaban de la manera clásica: “Érase una vez… había una vez… hace muchos años…”. Pero después, cuando encontró su propio estilo, usó frases vinculadas con la naturaleza: “…¡Qué frío hacía! Nevaba y comenzaba a oscurecer… ¡Qué hermoso estaba el campo! Era verano…”. En la extensa producción de Andersen no se encuentran cuentos que hagan reír, sino cuentos que plantean la crueldad y la ternura de un modo sutil. Ahí tenemos El patito feo, cuyo tema, que refleja el fuero interno de su autor, es una suerte de alegoría autobiográfica. Los cuentos de Andersen son tristes, a veces demasiado tristes, pero el hondo lirismo de su prosa, más su capacidad para recrear atmósferas de gran intensidad poética, tornan mansamente suave ese dolor que, así depurado, culmina casi siempre en un final feliz, como suelen terminar los cuentos infantiles. Para Andersen fue difícil separar la leyenda de la historia y la realidad de la fantasía.

Él recreó estéticamente los cuentos populares escuchados en su infancia, en las cámaras de tejer, las cosechas de campiña y los barrios del pobrerío. No se limitó a transcribir los cuentos de la tradición oral al estilo de Charles Perrault y los hermanos Grimm, sino que les dio un tratamiento literario para atrapar la atención de los lectores. Es digno destacar que, durante mucho tiempo, Andersen estuvo influenciado no sólo por Perrault y los Grimm, sino también por los hermanos Orsted, cuyos trabajos en el campo de las ciencias naturales le sirvieron para asimilar los conceptos: “Det gode, det skönne og det sade” (Lo bueno, lo bello y lo feo). El mito, la leyenda y la historia, son materias primas que Andersen transformó en verdaderas joyas literarias. La estructura de sus cuentos es simple y su eje temático gira en torno a las clásicas contradicciones humanas. “Nadie como él supo penetrar en ese calidoscopio misterioso que es el mundo de los seres y las cosas. Aborda una temática múltiple de la condición humana: el amor, el dolor, la necesidad, el orgullo, el egoísmo, la crueldad, el dualismo; en fin, llega a plantear hasta la problemática del bien y del mal con todos sus recovecos.


El Caballo Mágico


Las De las Mil y una Noches.
Noche 414


He llegado a saber ¡oh rey afortunado! que en la antigüedad del tiempo y lo pasado de las épocas y de las edades, había un rey muy grande y muy poderoso entre los reyes de los persas, que se llamaba Sabur, y era sin duda el rey más rico en tesoros de todas clases, como también el más dotado de sagacidad y de prudencia. Además, estaba lleno de generosidad y de amabilidad, y tenía siempre abierta sin desmayo la mano para ayudar a los que le imploraban, sin rechazar nunca a quienes le solicitaban un socorro. Sabía otorgar la hospitalidad liberalmente a los que sólo le pedían cobijo, y reconfortar en ocasiones, con sus palabras y sus maneras impregnadas de dulzura y de amenidad, a los corazones heridos.

Era bueno y caritativo con los pobres; y los extranjeros nunca veían cerradas a su llamamiento las puertas de los palacios de aquel soberano. En cuanto a los opresores, no encontraban gracia ni indulgencia de su severa justicia. Y así era, en verdad, él. El rey Sabur tenía tres hijas, que eran como otras tantas lunas hermosas en un cielo glorioso o como tres flores maravillosas por su brillo en un parterre bien cuidado, y un hijo que era la misma luna y se llamaba Kamaralakmar. (Luna de las Lunas) Todos los años daba el rey a su pueblo dos grandes fiestas, una al comienzo de la primavera, la de Nuruz, y otra en el otoño, la del Mihrgán; y con ambas ocasiones mandaba abrir las puertas de todos sus palacios, distribuía dádivas, hacía que sus pregoneros públicos proclamasen edictos de indulto, nombraba numerosos dignatarios y otorgaba ascensos a sus lugartenientes y chambelanes. Así es que de todos los puntos de su vasto Imperio acudían los habitantes para rendir pleitesía a su rey y regocijarse en aquellos días de fiesta, llevándole presentes de todo género y esclavos y eunucos en calidad de regalo.


Y he aquí que durante una de esas fiestas, la de la primavera precisamente, estaba sentado en el trono de su reino el rey, quien a todas sus cualidades añadía el amor a la ciencia, a la geometría y a la astronomía, cuando vió que ante él avanzaban tres sabios, hombres muy versados en las diversas ramas de los conocimientos más secretos y de las artes más sutiles, los cuales sabían modelar la forma con una perfección que confundía al entendimiento y no ignoraban ninguno de los misterios que de ordinario escapan al espíritu humano. Y llegaban a la ciudad del rey estos tres sabios desde tres comarcas muy distintas y hablando diferente lengua cada uno: el primero era hindí, el segundo rumí y el tercero ajamí de las fronteras extremas de Persia. Se acercó primero al trono el sabio hindí, se prosternó ante el rey, besó la tierra entre sus manos, y después de haberle deseado alegría y dicha en aquel día de fiesta, le ofreció un presente verdaderamente real: consistía en un hombre de oro, incrustado de gemas y pedrerías de gran precio, que tenía en la mano una trompeta de oro. Y le dijo el rey Sabur: '”¡Oh, sabio! ¿Para que sirve esta figura?" El sabio contestó: "¡Oh mi señor! este hombre de oro posee una virtud admirable!

¡Si le colocas a la puerta de la ciudad, será un guardián a toda prueba, pues si viniese un enemigo para tomar la plaza, le adivinará a distancia, y soplando en la trompeta que tiene a la altura de su rostro, le paralizará y le hará caer muerto de terror!" Y al oír estas palabras, se maravilló mucho el rey, y dijo: "¡Por Alah, ¡oh sabio! que si es verdad lo que dices, te prometo la realización de todos tus anhelos y de todos tus deseos!"
 Entonces se adelantó el sabio rumí, que besó la tierra entre las manos del rey, y le ofreció como regalo una gran fuente de plata, en medio de la cual se encontraba un pavo real de oro rodeado por veinticuatro pavas reales del mismo metal. Y el rey Sabur los miró con asombro, y encarándose con el rumí, le dijo: "¡Oh sabio! ¿para qué sirven este pavo y estas pavas?" El sabio contestó: "¡Oh mi señor! a cada hora que transcurre del día o de la noche, el pavo da un picotazo a cada una de las veinticuatro pavas y la cabalga, agitando las alas, y así sucesivamente cabalga a las veinticuatro pavas, marcando las horas; luego, cuando ha dejado transcurrir el mes de esta manera, abre la boca, y en el fondo de su gaznate aparece el cuarto creciente de la luna nueva". Y exclamó el rey maravillado: "¡Por Alah, que si es verdad lo que dices, se cumplirán todas tus aspiraciones!" El tercero que avanzó fué el sabio de Persia. Besó la tierra entre las manos del rey, y después de los cumplimientos y de los votos le ofreció un caballo de madera de ébano, de la calidad más negra y más rara, incrustado de oro y pedrerías, y enjaezado maravillosamente con una silla, una brida y unos estribos como sólo llevan los caballos de los reyes. Así es que el rey Sabur quedó maravillado hasta el límite de la maravilla y desconcertado por la belleza y las perfecciones de aquel caballo; luego dijo: "¿Y qué virtudes tiene este caballo de ébano?".

Aventuras de Arthur Gordon Pym


El protagonista, Arthur Gordon Pym, se embarca clandestinamente en el barco ballenero Grampus. Tras muchas experiencias y desgracias (motines, naufragios, canibalismo, guerras con nativos) que ponen en riesgo su vida, se interna en parajes prodigiosos de los mares antárticos, hasta que sufre una sobrecogedora revelación con la que culmina la historia. La narración de Arthur Gordon Pym es una de las obras más controvertidas, extrañas y enigmáticas de su autor, contándose entre los excelentes títulos poeanos de tema marinero, junto a Manuscrito encontrado en una botella, La caja oblonga y 
Se trata de una novela de aventuras de tipo episódico, centrada muy directamente en el intrépido protagonista que le da título, personaje que encontraría eco posteriormente en las obras de Robert Louis Stevenson (Secuestrado, La isla del tesoro, Los hombres alegres, etc.). En esta obra, Poe, a bordo del Grampus, se deja llevar en alas de su desenfrenada imaginación a regiones mentales y literarias que nunca antes había hollado —de ahí el absorbente interés que han mostrado por la pieza desde los escritores surrealistas hasta los psicoanalistas literarios de toda condición—. La fantástica peripecia se desborda en manos del autor, tanto que apenas da respiro al lector entre secuencia y secuencia (la acción apenas articula tiempos muertos de enlace), cosa que se ha achacado al autor como defecto estructural. El epígono de Poe H. P. Lovecraft, sin embargo, sentía auténtica veneración por esta obra, cosa que se echa de ver en su pieza más larga, de parecida extensión: En las montañas de la locura, la cual se encuentra anegada, de principio a fin, por citas extraídas de La narración de A. G. P.

El también admirado Julio Verne, por su parte, escribió una secuela: La esfinge de los hielos. Por su parte, el autor de ciencia-ficción H. G. Wells apuntó que «Pym narra todo aquello que una inteligencia de primer orden era capaz de imaginar sobre el Polo Sur hace un siglo». Pero la novela es singular por otros motivos. Hay crudos elementos en ella que invitan a la especulación y a la polémica: sanguinarias escenas de violencia, de cadáveres en descomposición, incluso de canibalismo, todas ellas, según era propio en el autor, muy bien dibujadas y cuajadas de detalles escabrosos. En una sociedad pacata y puritana como la suya, es llamativo que Poe se atreviera a llegar literariamente tan lejos con sus obsesiones. En cualquier caso, ya nunca se atrevería a embarcarse en correrías semejantes.


En cuanto a sus fuentes, según apunta Julio Cortázar, el autor se inspiró, por un lado, en los muchos relatos, aparecidos en periódicos y revistas científicas de la época, de arriesgadas expediciones polares, muy de moda por aquel entonces (los viajes, v. gr., de Charles Wilkes o Jeremiah N. Reynolds por el Pacífico y el Polo Sur). En el terreno puramente literario, hay ecos inequívocos del gran poema romántico de S. T. Coleridge (La balada del viejo marinero). 
Las viejas leyendas de naufragios y de buques fantasma que siempre han corrido de puerto en puerto, como la del holandés errante, tampoco debieron resultarle ajenas. Y no cabe duda de que el Robinsón Crusoe, de Daniel Defoe, alienta tras más de una página y escena. Tampoco hay que olvidar la experiencia traumática que debió suponer para Poe niño el atravesar el Atlántico entre tormentas (en un barco a vela) en 1815 hasta una Europa congelada, en pleno «año sin verano», el mismo que, provocado por el volcán Tambora, inspiró la novela Frankenstein. Ante el cúmulo de conocimientos de viajes y de detalles técnicos marineros que surgen en el relato, la crítica se ha preguntado con frecuencia dónde pudo el autor obtenerlos, dado el caso de que el único viaje de importancia que emprendió fuera de su país ocurrió en su niñez, con su familia adoptiva, en dirección a Inglaterra. Del mismo modo ha señalado la coincidencia entre las entonaciones del nombre del personaje y del propio Poe. En cuanto al sombrío y prodigioso desenlace de la obra, se trata de uno de los más enigmáticos que se recuerdan en la historia de la literatura.